EL CARRO DEL DIABLO
47 KM
1000
MIGUEL RODRIGUEZ
PUNTO DE ENCUENTRO
09:00
RASCAFRIA
Un recorrido por el fresco y espectacular Valle del Río Lozoya en el que, tras ascender hasta la Peña del Carro del Diablo, en la falda de los Montes Carpetanos, cruzaremos a la Angostura para visitar unos tejos milenarios y descender un divertido, largo y técnico sendero en uno de los parajes más bonitos de la Sierra Madrileña.
Junto al río, llegaremos hasta las piscinas naturales de Las Presillas, en El Paular y regresaremos a Rascafría.
Sobre el nombre de la ruta:
El arquitecto Juan Guas no podía cumplir con el compromiso de terminar la catedral de Segovia. Tanto se demoraba que le llegaron noticias del disgusto que cogió el mismísimo Carlos V. Agobiado, al arquitecto no se le ocurrió otra cosa que venderle su alma al diablo con tal de cumplir el último plazo.
Satanás no despreció el ofrecimiento y se metió en faena. De manera sobrenatural, no podía ser de otra forma, a partir de aquel momento el templo empezó a crecer a velocidad de vértigo. Y aunque sobrenatural, Lucifer, tuvo que recurrir a las terrenales canteras de Colmenar Viejo, conocidas por la calidad de su piedra.
Carro tras carro, cargados hasta los topes cruzaban la sierra por el puerto del Reventón, el camino entonces más recorrido, para concluir el trato. La catedral tomó forma y sólo quedaba por concluir la segunda torre cuando, sintiéndose a salvo frente al emperador, Guas rompió el compromiso para salvarse también de Belcebú.
Se desconoce porqué el diablo no exigió a aquel hombre el cumplimiento del acuerdo, lo que asegura la leyenda es que agarró un cabreo tan monumental que él también deshizo el trato, convirtiendo en roca el último carro que llevaba el material a Segovia. De esta manera, una de las torres de la catedral segoviana tiene menor altura que la otra.
Junto al río, llegaremos hasta las piscinas naturales de Las Presillas, en El Paular y regresaremos a Rascafría.
Sobre el nombre de la ruta:
El arquitecto Juan Guas no podía cumplir con el compromiso de terminar la catedral de Segovia. Tanto se demoraba que le llegaron noticias del disgusto que cogió el mismísimo Carlos V. Agobiado, al arquitecto no se le ocurrió otra cosa que venderle su alma al diablo con tal de cumplir el último plazo.
Satanás no despreció el ofrecimiento y se metió en faena. De manera sobrenatural, no podía ser de otra forma, a partir de aquel momento el templo empezó a crecer a velocidad de vértigo. Y aunque sobrenatural, Lucifer, tuvo que recurrir a las terrenales canteras de Colmenar Viejo, conocidas por la calidad de su piedra.
Carro tras carro, cargados hasta los topes cruzaban la sierra por el puerto del Reventón, el camino entonces más recorrido, para concluir el trato. La catedral tomó forma y sólo quedaba por concluir la segunda torre cuando, sintiéndose a salvo frente al emperador, Guas rompió el compromiso para salvarse también de Belcebú.
Se desconoce porqué el diablo no exigió a aquel hombre el cumplimiento del acuerdo, lo que asegura la leyenda es que agarró un cabreo tan monumental que él también deshizo el trato, convirtiendo en roca el último carro que llevaba el material a Segovia. De esta manera, una de las torres de la catedral segoviana tiene menor altura que la otra.
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